La eliminación de los reinados de belleza en 5 municipios
de Ecuador ha levantado voces a favor y en contra de la continuidad de estos
certámenes en el país. El Observatorio de Unemi, convencido de la necesidad de
construir una sociedad más equitativa y sin expresiones patriarcales, aplaude y
apoya la decisión de estos municipios que han decidido terminar con los
concursos de belleza, promotores de conductas patriarcales en la sociedad.
Quito, Latacunga, Loja, Ibarra y Otavalo,
como
lo publica diario El Comercio, han eliminado en este año los concursos como
parte de la política de revalorización a las mujeres desde otros espacios, y
también como una forma de usar el fondo público en más obras para las ciudades
y no en los certámenes de belleza.
La eliminación de los reinados de belleza rompe con una
tradición en Ecuador desde el siglo XX y, a propósito de esta decisión, en las
redes sociales y en los medios de comunicación locales y nacionales se leyeron
diferentes argumentos que apoyaban y rechazaban los reinados.
Los argumentos a favor, expuestos en redes
y en las webs de los medios de comunicación, defienden la continuidad de los
concursos y se afianzan en dos aristas. La primera sostiene que los certámenes
de belleza forman parte de la cultura de Ecuador y que esta tradición debe
mantenerse porque nos representa como ecuatorianas y ecuatorianos.
Conjuntamente con este discurso se erige otro: la capacidad intelectual de las
candidatas sí se valora a través de la presentación de un proyecto social (uno
de los requisitos para que ellas participen en el certamen).
A continuación, citamos algunos comentarios que se leen en
los diarios
El
Comercio y
Extra,
respectivamente:
“La imagen de la
soberana ayuda en las campañas de promoción turística y cultural de la capital
azuaya” Cristina Ortega, Reina de Cuenca.
“Es un símbolo de
ayuda social en Guayaquil y la corona es un aval que permite multiplicar
el efecto de los programas sociales”. Tahiz Panus, directora de la
organización Reina de Guayaquil.
“Es un trabajo por un
año ad honorem, en el que hay que dejar a un lado su trabajo, su familia y
sus estudios y dedicarse a trabajar por la ciudad (...) me parece injusto que el Reina
de Quito se quiera eliminar cuando nos hemos destacado por trabajar de día
y de noche por representar a la ciudad”, Gabriela Galárrraga, ex Reina de
Quito
Desde el Observatorio de Comunicación de
Unemi queremos expresar nuestra opinión a
través de este espacio de reflexión que es nuestro blog. Consideramos, en
primer lugar, que en estos concursos las
mujeres son valoradas por su aspecto físico. Ellas son elogiadas o vituperadas
si cumplen o no, respectivamente, con el arquetipo de belleza impuesto por una
estructura social y política basada en el patriarcado.
Los reinados de belleza, como “tradición cultural de
Ecuador”, es un falso argumento en defensa de los concursos. ¿De qué tradición
propia de Ecuador estamos hablando cuando los certámenes de belleza son eventos
que se realizan a nivel mundial desde el siglo XX? No obstante, lo que sí está
arraigado culturalmente en nuestro país, es un sistema patriarcal que oprime a
las mujeres, haciendo que vivan todo tipo de violencia. Lo propio de Ecuador,
es la cosificación que el capitalismo hace de las mujeres.
Es decir, la cosificación de la mujer mueve mucho dinero,
incluso en las ciudades empobrecidas. Pensemos en que cada zona, por más
pequeña que sea, tiene su reina, cuya imagen es utilizada en vallas
publicitarias como enganche para el “turismo y la cultura de la ciudad”. Las
jóvenes son, en definitiva, la carnada para atraer ese dinero. Se mueve dinero
en publicidad, patrocinios, aportaciones del público y también el esfuerzo
económico de las propias candidatas y sus familias que llegan a endeudarse para
poder participar.
Lo que ninguna de las reinas ha recordado es que el
esfuerzo familiar y de inversión económica que se hace durante todo el período
de preparación del concurso y el posterior reinado, tiene como finalidad
obtener un mundo de relaciones que les va a abrir las puertas cuando, un año
después, el reinado termine. Así que, no se trata de un desinteresado
voluntariado ad
honorem, sino de una estrategia vital para garantizar un futuro mejor.
De ahí que el haber sido reina sea un mérito que se resalte
en los propios currículums de trabajo. En resumen, el reinado tiene como meta,
no explícita, un cambio de estatus social y la apertura a un mundo de
relaciones al que sería imposible acceder sin la corona del reinado.
Sobre el argumento de que la capacidad intelectual de las
candidatas sí es valorada con un proyecto social, nos preguntamos ¿Qué
significa “capacidad intelectual para desarrollar un proyecto social” cuando
hablamos de jóvenes que acaban de salir de la adolescencia? Exigirles capacidad
intelectual en realidad es solo una tapadera para
disimular la cosificación que se hace de ellas, y los beneficios que reporta a
los organizadores. Al igual que se utilizó como tapadera en junio de 2018 en la
Unemi, el etiquetar como concurso de trajes reciclados a un concurso, que, en
realidad, era un concurso de belleza.
Y es que la realidad es mucho más sencilla que todo eso.
Sin velos, sin tapaderas, los concursos de belleza son la explicitación de una
sociedad patriarcal que convierte a las mujeres en objetos de deseo y de
recreación para la mirada masculina. Como si fuesen ganado en un mercado.
A través de los concursos de belleza se sigue fomentando la
desigualdad estructural entre mujeres y hombres. La Ley para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres (2018),
en sus párrafos introductorios rememora lo planteado por la Asamblea Nacional
en el 2017.
“[...] persuadir a la Función
Ejecutiva a que fortalezca sus planes, programas y acciones a favor de la
erradicación de toda forma de violencia contra las niñas, adolescentes y
mujeres, con especial énfasis en el sector educativo; así como solicitar a la
sociedad en general se convierta en actora fundamental en el proceso de
transformación de patrones socioculturales que mantienen la discriminación y
violencia hacia las mujeres.
Recordemos como en el 2015 la Defensoría
del Pueblo de Ecuador en rechazo a toda conducta machista, de violencia y
vulneración de derechos, emitió una Resolución Defensorial en la cual “exhorta
a que los organizadores de los eventos Niña Ecuador y Miss Teen Ecuador no
realicen más concursos de este tipo y a que retiren de la web (página oficial y
redes sociales) las fotografías e imágenes sensualizadas que atentan contra la
intimidad de las niñas y adolescentes”.
La eliminación de los concursos de belleza
en las 5 municipalidades ecuatorianas nos impulsa, como docentes y ciudadanas
comprometidas con la igualdad entre hombres y mujeres, a continuar, desde
nuestro espacio en la lucha contra todo tipo de violencia hacia las mujeres,
rescatando el modelo de estos municipios para que, desde la universidad,
también, se diga NO a la cosificación de las mujeres.
Para finalizar esta entrada, y continuar
con el debate, nos permitimos recomendar la película Miss Little Sunshine,
para ver, desde otra perspectiva, lo que traen consigo los certámenes de
belleza.